Este relato nace en el municipio de Guadalupe, caracterizado por su vocación agrícola y ganadera, la cual se convierte en el sustento de la gran mayoría de familias presentes en el territorio.
Guadalupe es un municipio con construcciones modernas y no coloniales o tradicionales, algo atípico en el territorio antioqueño, sin embargo, en éste se logran identificar dos grandes construcciones, las cuales aún con sus remodelaciones logran conservar su arquitectura e historia: la Casa Consistorial y la Casa de la Cultura Virgilio Álvarez Restrepo.
De este territorio debemos destacar la amabilidad de su gente y su armonía; por ejemplo, este año el municipio cumplió cinco años sin registrar una muerte violenta, algo que en tiempos de conflicto armado sus habitantes pensaban no se podría lograr y que hoy ya es una realidad; al mismo tiempo en Guadalupe se encuentran unos altos índices de población en disminución y no precisamente por la tasa de mortalidad, sino a causa de la migración, pues la generación joven cada vez disminuye su presencia en el municipio y va en busca de su futuro soñado, sin dejar clara o abierta su idea de retorno.
Sin embargo, y con la mirada puesta en los jóvenes, adolescentes y niños que vienen en camino, encontramos a una persona entregada y decidida a contribuir en el cambio, a encontrar talento y lograr ocupar ese tiempo libre que tienen los jóvenes de Guadalupe en algo más que un televisor o un computador, ocuparlo en la pintura; Alberto Vélez Maya, es el monitor de cultura, encargado de enseñar pintura en el municipio, no es profesor titulado en artes ni nada semejante, sin embargo, la vida lo puso frente al lienzo y al óleo, y desde ese entonces encontró su vocación.
Vivía en el municipio de Zaragoza, fue testigo de la ola de violencia que azotó al municipio, pero un día recibió la llamada de su hermano, quien le dijo que tenía en su poder unas telas de lienzo y unas pinturas las cuales deseaba enviárselas y así aprovechar su curiosidad y creatividad para darle buen uso a estos elementos, a partir de ese momento se propuso a pintar y mantener su mente enfocada en cada pincelada y cada dibujo, usó el arte y la pintura como su escape a la realidad en la que vivía, encontró en sus pinturas refugio y las convirtió en su nueva forma de vivir, fue mejorando su técnica y compartiendo su experiencia con su cuñada quien es una artista profesional, y le ha dado truquitos y lecciones para mejorar aún más.
Lleva diez años dedicado a la pintura, y este año le dieron la oportunidad en el municipio de Guadalupe de compartir su conocimiento. Realiza sus clases en la Casa de la Cultura Virgilio Álvarez Restrepo, cuenta con dos grupos significativos: el de niños, a los cuales recibe de lunes a jueves en horas de la tarde y el de adulto mayor que lo visitan el día viernes, con cada grupo ha dedicado lo mejor de sí, su paciencia y comprensión son notorios a pesar de no tener formación docente.
Además, don Alberto madruga cada mañana y se desplaza a las instituciones educativas rurales para dictar sus clases de pintura a los estudiantes, allí le han abierto su espacio para que comparta su conocimiento y llene de alegría a los estudiantes con su llegada, pues es otra forma de aprender y otra mirada que la educación les presenta.
Para el grupo de adulto mayor ese esfuerzo es el que más reconocen y resaltan de don Alberto; Doña Martha quien es miembro del grupo y alumna dice: “me siento feliz de venir, don Alberto siempre nos enseña una técnica nueva, y así llegue muy rendido de las veredas, él siempre está sonriendo y dispuesto ayudarnos con nuestras pinturas”.
Para mí como Gestora de los Ecosistemas de Innovación de la Secretaría de Educación Departamental, es grato apoyar a don Alberto durante sus clases, pues en cada dibujo que él realiza se destaca la esperanza y la tranquilidad, no solo la percibida en el municipio sino con la que él vive hoy, pues para él es más gratificante la sonrisa de sus alumnos que incluso recibir un pago, pues dice él que “eso es lo que menos me preocupa, yo soy feliz haciendo esto”, y es notorio, es perceptible que está haciendo algo que lo mueve y con lo que espera contagiar a más personas.
Ana Milena Buitrago
Gestora Ecosistemas de Innovación - Guadalupe